El Tolima no solo sufre por la falta de oportunidades, sino por la indolencia de un modelo político despiadado, un sistema clientelista que ha convertido el abandono en una estrategia de gobierno. Dolores es el reflejo más doloroso de esa indiferencia, una tierra que hoy clama auxilio mientras sus habitantes quedan sepultados, no solo bajo una remoción en masa en la vía Prado-Dolores, sino bajo años de olvido, promesas rotas y negligencia institucional. Por: Mauricio Gutierrez.




